03 julio 2011

Estado sanitario de los bosques de Castilla y León

visto en la crónica de León

Juan López / Ical / Valladolid
Medio Ambiente certifica un “claro proceso de recuperación” de la sanidad de los bosques de la Comunidad en 2010. Así lo establece el Anuario de Sanidad Forestal del pasado año del Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino (MARM), que determina que siete de cada cien árboles de Castilla y León sufren defoliaciones superiores al 25 por ciento de la copa, concretamente el 7,75 por ciento de los mismos.
De este modo, la caída prematura de las hojas, producida por enfermedad, contaminación ambiental o acción humana, mejoró respecto al ejercicio anterior, cuando el porcentaje se situaba en el 10,08 por ciento (2,33 puntos menos).
En todo caso, los datos de 2010 muestran que el estado general del arbolado marca una mejoría en la que aumenta el número de plantas sanas y disminuye el de dañados, si bien la cifra de árboles muertos crece ligeramente. En España, la situación es peor que en la región, dado que son casi 16 de cada cien los árboles que sufren defoliaciones importantes, 1,34 puntos más que un año antes.
Esta situación es algo más acusada en las frondosas, que han disminuido el porcentaje de árboles dañados. El caso de las coníferas es parecido. Habitualmente, las primeras presentan siempre peor aspecto, con un menor porcentaje de arbolado sano.
Con este escenario, más del 91 por ciento de los árboles de Castilla y León tenía un aspecto saludable en 2010, según este Anuario, frente al 82 por ciento de España. En comparación con el resto de comunidades autónomas, 13 de ellas evolucionaron positivamente en relación a 2009, y registraron una mejoría de árboles sanos.
En ese camino se encuentran, por encima del resto, Asturias, donde la clase de árboles dañados disminuyó en 11 puntos porcentuales, hasta el 10 por ciento; seguida de Cataluña, con una mejoría de 7,8 puntos, hasta 27 por ciento (de los más elevados del país, junto con Canarias), Baleares, con 6,5 puntos menos, Andalucía y la Comunidad Valenciana, que bajaron más de cinco puntos.
Las regiones que presentan mejores datos son Murcia, con solo 1,04 por ciento de los árboles sufren defoliaciones, País Vasco, con el 3,06, y la propia Comunidad Valenciana, con el 3,73 por ciento.

Causas de los daños
Entre las principales causas de los árboles dañados destacan las provocadas por insectos, tanto defoliadores como perforadores. Además, entre los motivos abióticos, el 82 por ciento se debe a la sequía, un nueve por ciento a la nieve y un siete al viento. Entre los daños por hongos, el 38 por ciento es culpa de acículas, y un 26,5 por ciento, por hongos de pudrición.
Si se desglosan, el pasado año afectaron a las masas arbóreas de Castilla y León hasta nueve insectos diferentes. En este sentido, la famosa procesionaria del pino fue el agente biótico más detectado en España, y en la Comunidad dejó su huella causando defoliaciones moderadas en Castiseco (Burgos), así como en rodales discontinuos desde Gumiel de Izán (Burgos) a Cerezo de Abajo (Segovia) y en la provincia de Salamanca, en la zona de Arabayona, aunque también se apreció su presencia en diferentes puntos del entorno del Puerto de San Glorio.
En cuanto a insectos escolítidos, se observa una mayor o menor proliferación de los mismos generalmente asociada a la existencia de madera y residuos de corta de las intervenciones selvícolas en las masas de pino y a las roturas de fustes y descalces provocados por los vendavales. Destaca su presencia en Picos de Urbión, Sierra de Duruelo y del Portillo (Soria), así como en la Sierra de la Umbría (Burgos).
Igualmente, se han se han detectado ramas muertas a causa de las perforaciones producidas por el coleóptero ‘Coroebus florentinus’ en los entornos de las localidades salmantinas de Gejuelo del Barro y Béjar. En las masas maduras adehesadas de Salamanca también se apreciaron daños en 2010 en la encina y alcornoque por el escarabajo rinoceronte.
Por otro lado, el informe constató la presencia del curculiónido minador ‘Rhynchaenus fagi’ y del chupador ‘Phyllaphis fagi’ en las masas de halla común de León, Palencia, principalmente en las zonas incluidas en la Reserva Nacional de Mampodre.
Se observaron daños con frecuencia también de la crisomela del aliso, un defoliador que atacó a las alisedas del río Carrión a su paso por Saldaña (Palencia) y al bosque de galería del río Duerna, en Luyego (León).
Se observaron de forma puntual ramillos y acículas puntisecos a causa de la sequía y la oruga ‘Gelechia senticetella’ sobre sabina albar. Estos daños son más importantes en Carazo (Burgos), así como en las localidades sorianas de Santervás del Burgo, Cubilla y Abejar. Por último, en lo que se refiere a los insectos, en Luyego de Somoza (Léón) se observaron defoliaciones originadas por el escarabajo del álamo, que afectó a choperas jóvenes de origen híbrido.

Hongos
Entre los hongos más persistentes, la presencia de oidio afectó a las masas de roble, sobre todo en el centro de la Península. Así, estuvieron presentes en las zonas más húmedas de fondo de valle, concretamente en las hojas de la parte inferior de estos árboles, destacando zonas de El Saúgo y Béjar (Salamanca).
Los daños por grafiosis del olmo se apreciaron en las alineaciones que bordean carreteras y caminos, que sufren los efectos de esta enfermedad de forma reiterada año tras año, aunque son más intensos en Tábara y Escober (Zamora).
Otro de los hongos es la ‘Endocronartium flaccidum’, una roya vesicular de la corteza del pino que se apreció en 2010 en ejemplares avejentados de zonas concretas de Quintanar de la Sierra y Hoyos del Espino (Burgos) y en la Sierra del Portillo, Sierra de Duruelo, Sierra de la Umbría, Puerto de Piqueras y masas próximas a la carretera CL-117, entre Vinuesa y Abejar (Soria). El último de los hongos que afectó a plantaciones en la Comunidad es el ‘Kabatina juniperi’, que mata el tejido del enebro, y que se encontró en Santervás del Burgo y Cubilla (Soria).

Otros agentes
Resulta curioso que el muérdago blanco, una hierba medicinal, también cause importantes daños entre el arbolado. Y es que provoca el debilitamiento de los pies colonizados y favorece la entrada de otros agentes patógenos, que en grandes cantidades llega a provocar la muerte del árbol. En Castilla y León, en 2010, estuvo presente en masas de pinos de Burguillo, Valle de Iruelas y Arévalo (Ávila), en el llano de la provincia de Segovia (comarcas de Cuéllar, Turégano, Cantalejo, Navas de la Asunción y Miguelañez), y en San Juan del Monte, Peñaranda de Duero y Quemada (Burgos).
Principalmente ataca en masas antiguamente resinadas, y llega en casos aislados a ocasionar la muerte de algunos pies, por la posterior colonización de los escolítidos. También se han observado daños de esta planta hemiparásita, de ligeros a moderados sobre las masas de pinos de Navaleno, Vinuesa, El Quintanarejo, Casarejos y Covaleda (Soria) y en Neila, Palacios de la Sierra y Quintanar de la Sierra (Burgos).
Para concluir, el Anuario de Sanidad Forestal advierte de que la aplicación de sal en carreteras de montaña durante el invierno para evitar placas de hielo en la calzada produce daños de gravedad sobre los pies de los árboles que están al borde de las mismas, aunque en 2010 no han sido importantes. En esta ocasión, se han detectado problemas en pinos del puerto de Piqueras (Soria). Además, se han encontrado daños de origen desconocido en pinos entre Donadillo y Mombuey (Zamora), que ocasionaban la muerte de ramas y ramillos, en una masa mixta compuesta por pino rodeno, silvestre y laricio, si bien los daños descritos sólo afectaban a la primera especie.

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