21 diciembre 2011

Las charcas, un hábitat clave para la cigüeña negra

Ciconia nigra
autor: Marek Szczepanek



visto en agenciasinc.es


Científicos de la ETSI Montes de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), en colaboración con la Fundación CBD-Hábitat, han participado en un estudio sobre la conservación de la cigüeña negra, que está catalogada como “vulnerable” en España y Portugal. Se considera una especie paraguas puesto que está amenazada, necesita zonas de alimentación muy amplias, es muy selectiva en cuanto a su dieta y zonas de alimentación y porque, además, habita en zonas con presencia de otras muchas especies endémicas amenazadas. De ahí el interés por preservar tanto a los individuos de la especie como los hábitat que utiliza.

Conocer cómo eligen las especies sus zonas de alimentación es fundamental para planificar acciones de manejo de hábitat dentro de los programas de conservación de especies amenazadas. La cigüeña negra es una especie migradora de larga distancia que se alimenta principalmente de peces, anfibios, reptiles y grandes invertebrados.

La población ibérica se encuentra en el extremo occidental de su área de distribución, con 405-483 parejas. La ausencia de alimento adecuado en los humedales de las áreas de alimentación durante la época de cría condiciona la productividad de las cigüeñas y, por tanto, su dinámica poblacional, puesto que se produce un aumento del área de campeo y del tiempo dedicado a la búsqueda de alimento.

Una cigüeña muy tímida

En el marco de un proyecto LIFE, financiado por la Unión Europea, se ha estudiado qué características deben reunir los estanques o charcas -que normalmente se emplean para proporcionar agua al ganado extensivo o la caza, sobre todo mayor- para que la cigüeña negra los seleccione para alimentarse. Para ello, se eligieron 98 charcas, tanto naturales como artificiales, ubicadas en ocho ZEPAs (zonas de especial protección para las aves) con presencia estival de la especie. Además, se han estudiado las características del medio que rodea dichas zonas húmedas. Así, se consideraron diversas cualidades estructurales de cada charca, de su ubicación, y una serie de variables cambiantes en el tiempo, como la turbidez o el nivel del agua.

Cada charca se visitó mensualmente, dentro del periodo de presencia de la especie, para detectar la presencia de cigüeñas negras alimentándose. Los resultados obtenidos mostraron que la cigüeña negra prefiere las charcas que reúnen fundamentalmente tres características: ausencia de molestias (la cigüeña negra, al contrario que su prima la blanca, es muy tímida), presencia de presas y facilidad para capturarlas. En concreto, las charcas preferidas fueron las más alejadas de carreteras y aquellas con pocos signos de uso, denotados por excrementos y huellas, por parte de los ungulados.

Además, la especie fue vista con más frecuencia en charcas situadas en zonas llanas y abiertas, lo que podría estar relacionado con la detección de posibles depredadores. Por otro lado, la cigüeña elige las charcas más grandes, especialmente aquellas con mayor nivel de agua, orillas poco profundas, poca turbidez y una mayor diversidad de especies de peces y de anfibios.

Este estudio ha permitido establecer una serie de recomendaciones para la creación (elección del sitio y diseño) y el manejo de charcas que favorezcan la alimentación de la cigüeña negra y otras aves amenazadas, y mejorar, de este modo, su conservación en las áreas de cría. En primer lugar, es necesario mantener una red conectada de charcas con alta calidad ecológica.

En segundo lugar, es importante asegurar que los estanques cumplan con ciertas condiciones ecológicas, topográficas y de ubicación. La construcción o adaptación de las charcas existentes podría llevarse a cabo en base a los siguientes criterios: la superficie de agua lo mayor posible, ubicados en zonas planas y abiertas; con orillas poco profundas (aprox. 30 cm), lo más lejos posible de carreteras u otras actividades humanas; lo más cerca posible de otras charcas, ausencia de ungulados silvestres o incrementar el número de estanques en un área para reducir el concentración de dichos ungulados.

Además, es aconsejable llevar a cabo actuaciones para fomentar la presencia y abundancia relativas de anfibios y peces autóctonos. Se ilustra, de esta manera, una faceta poco conocida de la ingeniería: la de una herramienta para la conservación de la naturaleza.

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