Desde hace años, la Administración intenta poner fin al conflicto que mantienen los dueños de las reses mostrencas y las entidades que gestionan los bosques
En la última década, el ganado mostrenco se ha convertido en una fuente inagotable de problemas en distintos puntos de la comarca. Decenas de hectáreas de plantaciones forestales destrozadas, numerosos accidentes circulatorios o venta de carne sin vigilancia sanitaria son solo algunas de las consecuencias que dejó la actividad, sin control, del ganado. Reses que todavía hoy pastan en libertad por los montes barbanzanos, en la mayoría de los casos sin ningún tipo de identificación que permita conocer y reclamar a sus legítimos propietarios los daños que estas puedan causar.
Los mayores conflictos por la presencia de caballos y vacas mostrencas se dieron hace ocho o nueve años, coincidiendo con los trabajos de repoblación y revalorización del monte llevados a cabo por varias comunidades de propietarios en mano común de la zona. La actividad de estos comuneros chocaba de frente con la de los animales que sistemáticamente estropeaban las plantaciones recién realizadas con las consiguientes pérdidas económicas que ello traía consigo.
La comarca era, por aquel entonces, el referente gallego de las reivindicaciones de los propietarios de los montes, que abogaban porque la Xunta pusiese en marcha medidas que permitiesen la ordenación racional y la compatibilidad de usos para el terreno forestal. De hecho, Noia fue el lugar escogido por la Organización Galega de Comunidades de Montes en Man Común, en marzo del 2001, para realizar su asamblea anual, en la que se debatieron los problemas que afectaban al sector.
Rodeo y subasta
Pese a todo, las denuncias por la presencia de animales en zonas vedadas y los daños en plantaciones se siguieron sucediendo, siendo especialmente significativo lo ocurrido en los montes de Muros y Carnota, donde los comuneros incluso llevaron a cabo un peculiar rodeo en el 2002 capturando más de un centenar de caballos que pastaban en sus fincas y subastándolos después. Comunidades de montes como las de Araño, Caamaño o Baroña también sufrieron en sus propiedades los retrasos en la puesta en marcha de los cierres prometidos por la Xunta para intentar solucionar este problema.
En este sentido, hubo que esperar al año 2006 para que la Consellería de Medio Rural pusiese en marcha su proyecto de gestión de la sierra barbanzana, que comenzaba con la ordenación de 500 hectáreas de los montes de A Pobra y Porto do Son, que serían cercadas para delimitar zonas en las que la presencia de los animales no dañase al resto de la actividad. Sin embargo, la ola de incendios de ese año supondría un nuevo revés en el intento de regulación de la actividad del ganado mostrenco. El fuego provocó la muerte de varios cientos de reses y la destrucción del pasto que serviría de alimento al resto, lo que representaba un nuevo problema tanto para los ganaderos como para los propios comuneros. De la misma manera, buena parte de las alambradas instaladas también fueron calcinadas por las llamas o cortadas para facilitar el acceso a los equipos de extinción.
Superados estos contratiempos, la Consellería de Medio Rural vuelve a anunciar su intención de regular el pastoreo en la sierra de Barbanza apuntando al mes de marzo del 2007 como la fecha tope en la que todo el ganado mostrenco debería estar cercado en las zonas altas habilitadas para ello bajo la imposición de importantes sanciones para los ganaderos. En octubre de ese mismo año se pone en marcha la comisión, formada por Administración, ganaderos y comuneros, que velará por el control del libre pastoreo en los montes barbanzanos que constata, meses después, una notable disminución de la conflictividad causada por las reses mostrencas.
Carnota, pionero
El Ayuntamiento carnotano elaboró, a principios de los años 90, un reglamento para controlar el pastoreo de ganado mostrenco en los montes administrados por el Concello, que nunca llegó a aplicarse. En dicha normativa se autorizaba la presencia de animales salvajes en los bosques, pero siempre que sus propietarios cumpliesen unos requisitos. Entre las condiciones fijadas entonces se citaba el abono de un canon anual por res, la inscripción de los ejemplares en un registro público, y la contratación de un seguro que cubriese todos los daños que estos pudieran ocasionar.
Los cambios habidos en el gobierno municipal, el hecho de que varias comunidades de vecinos asumieran la gestión de algunos montes, la negativa de los ganaderos a regularizar su situación y las divergencias en torno a la conveniencia o no de permitir que las reses mostrencas pastaran en los bosques provocaron que la normativa no llegara a aplicarse. Como tampoco se ha cumplido el anuncio realizado por el entonces conselleiro Suárez Canal de poner en marcha en la zona un programa pionero en Galicia para la identificación de las reses.
Si bien la totalidad del ganado vacuno está identificado y saneado, no ocurre lo mismo con el equino que, puntualmente, sigue provocando accidentes de circulación en distintos puntos de Carnota, Muros o Mazaricos.
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