07 agosto 2011

Los agentes forestales del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife

visto en laopinion.es

GORETTI ALONSO
SANTA CRUZ DE TENERIFE Son los guardianes de los montes de Anaga, los policías del Parque Rural y los vigilantes de todo lo que ocurre en el macizo. Los agentes forestales del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife tienen su sede en Casas de La Cumbre, un espacio con menos de 170 habitantes pero uno de los núcleos más céntricos de toda la zona.
Desde este lugar llegan a todos sitios sin perder mucho tiempo en desplazamientos. En cualquier momento una emergencia los puede sacar de su inusual tranquilidad. Llegan antes que cualquier otro efectivo de urgencias cuando ocurre algún incidente en la zona, ya sea a pie o en sus vehículos.
La figura del agente forestal se creó en el Consistorio capitalino hace casi 200 años, en 1812. Desde entonces, este cuerpo de guardias desarrolla sus funciones dentro del espacio protegido del Parque Rural de Anaga, cuya extensión es de unas 14.400 hectáreas. Esto implica que vigilan casi el 80% de la superficie de todo el municipio de Santa Cruz.
Cuando se comenzó a desempeñar la función de guardamontes hace casi dos siglos todo era muy diferente a la labor que desarrollan hoy. El Ayuntamiento vio la necesidad de crear una figura de autoridad para salvaguardar uno de los bienes más preciados por aquel entonces: la madera, que servía, entre otras cosas, para calentar las viviendas y también para cocinar.
El respeto que ahora existe por los montes de Anaga no es el mismo que había antes en la ciudad. De hecho, muchas laderas de barrancos que en estos momentos, tras años de duro trabajo han sido repobladas, hace décadas fueron taladas, árbol por árbol, para poder disfrutar de esa madera tan necesitada para sobrevivir.
Los agentes forestales de hoy son funcionarios municipales. Han estudiado para llegar a su puesto y han pasado las oposiciones pertinentes. Sin embargo, como un cuerpo de seguridad cualquiera, su horario no es siempre de día, ocho horas solamente y en horario de mañana. Al contrario. De lunes a domingo, casi con una vigilancia constante, realizan turnos con rotaciones cada dos jornadas los 365 días del año.

El equipo lo componen en estos momentos doce hombres, separados en dos turnos de seis personas. Conocen todos y cada uno de los senderos por los que de manera habitual caminan turistas y visitantes en Anaga. Los han recorrido completamente, sin dejarse ninguno atrás. Estar en buena forma es esencial para poder desempeñar su trabajo diariamente.
Dentro de este gran enclave que es el Parque Rural de Anaga se encuentran zonas de especial protección para las aves, lugares de interés comunitario, áreas de sensibilidad ecológica y, además, tres Reservas Naturales Integrales, que suponen más protección y responsabilidad si cabe: Ijuana, El Pijaral y los Roques de Anaga. Cada una de ellas tiene una importancia y características únicas. La labor de los agentes en todo momento es velar por su seguridad.
Vigilancia, prevención, extinción de incendios e investigación de delitos medioambientales son algunas de sus principales funciones. También realizan labores de repoblación, información a la ciudadanía, recogida de animales abandonados e intervención en emergencias, entre otras muchas actividades.
En esta última es donde desempeñan una mayor labor para la ciudadanía: socorrer a senderistas accidentados o extraviados. De hecho, se hacen de media entre 14 y 20 servicios anuales en este apartado. Entre las recomendaciones que cualquier caminante debe seguir a la hora de realizar un sendero está la de procurar no hacerlo nunca sin compañía. Además, es imprescindible que su entorno más cercano conozca perfectamente el recorrido que va a seguir, incluso con los horarios y las paradas que tiene previstas. Comida, ropa y calzado adecuado no pueden descuidarse, como tampoco confiar en sus propias energías si no se es un caminante habitual.
 Para que los agentes realicen esta función es imprescindible conocer el idioma. Los fines de semana muchos canarios escogen el macizo de Anaga para pasar sus momentos de ocio y pasear por los senderos de la zona. Sin embargo, entre semana, son los turistas los que hacen más acto de presencia.
Es sobre estos últimos sobre los que más control se ejerce, pero no solo para protegerlos si no también para vigilarlos. En más de una ocasión, los turistas, amantes siempre de la naturaleza, se vuelven amigos de lo ajeno y arrancan para cultivar en sus países de origen alguna planta endémica de la zona. Este tipo de acciones están totalmente prohibidas y se consideran un delito dado que el Parque Rural de Anaga es un espacio protegido.
La labor de estos agentes, sin embargo, no solo se restringe al monte. Los viernes, y sobre todo los sábados, realizan controles para detectar casetas de campaña en las playas del litoral de Anaga, una actividad que también está prohibida en la zona. Benijo, Antequera, Roque Bermejo o Almáciga son algunos de los puntos más habituales en los que los vecinos y visitantes deciden acampar libremente. Como agentes de la autoridad que son, nadie bajo ninguna circunstancia se puede negar a hacerles caso. Si requieren en algún momento la documentación para levantar acta de inspección, hay que entregársela.
A pesar de que su labor de control no siempre es bien recibida, su función es vital para el buen funcionamiento y cuidado de este enclave. Conocen casi tan bien como los vecinos de la zona los lugares y es con ellos con quienes interactúan y colaboran de manera continua. Se benefician de sus conocimientos y siempre agradecen el trabajo que desempeñan.

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