28 diciembre 2016

Crece el intercambio genético entre los dos núcleos del oso pardo en la cordillera cantábrica



Los dos núcleos de población del oso pardo que subsisten en la cordillera Cantábrica –el de la zona occidental, entre Asturias y León, y el de la zona oriental, entre Palencia, Cantabria y León– están incrementando cada vez más su conexión.

Cada vez hay un mayor intercambio genético de estos núcleos, lo que coincide con un aumento de las osas reproductoras en el área oriental. Las dos poblaciones cantábricas del oso pardo “están más conectadas en la actualidad que en cualquier momento de los últimos 100 años”, concluye un informe de la Fundación Oso Pardo que publica la revista Quercus.

La población del oso pardo en la cordillera Cantábrica se estima en unos 250 ejemplares, de los cuales algo más de 200 se mueven en el sector occidental, y el resto (unos 40), en el área oriental. En 2009, los expertos alertaron sobre el peligro de extinción que se cernía sobre el núcleo oriental, dado el escaso número de osas con cría; en 2013, se dio por finalizado el estancamiento de esta población, y ahora los datos de los últimos tres años invitan al optimismo.

“Hay un aumento de las hembras con cría en la zona oriental, según muestran los censos que realizamos desde 1989. Nunca antes habíamos tenido tantas osas con cría”, dice Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo.

A finales del siglo, los censos en la zona oriental detectaban una media anual de 1,2 hembras con cría, cifra que ha ido aumentando, de forma que se han detectado seis hembras con cría en el 2014 y otras seis en el 2015 mientras que “este año llevamos cinco”, dice Palomero. Dado que las hembras suelen criar cada dos años, se estima que hay al menos doce osas reproductoras en el sector oriental. “Es una cifra modesta, pero nos llena de satisfacción a quienes hace menos de 20 años veíamos a esta población a punto de extinguirse”, dicen los autores del estudio (Fernando Ballesteros y Juan Carlos Blanco y el propio Palomero).

En paralelo, los estudios genéticos han mostrado que cada vez hay una mayor hibridación entre los dos núcleos de osos, aunque siguen separados por las infraestructuras que unen la Meseta con Asturias (la A-66 de León a Oviedo o el AVE, entre otras). “En sólo unos pocos años, se ha pasado de una subpoblación oriental casi aislada a otra en la que la mayoría de los individuos presentan ya la huella genética de ancestros occidentales”, añaden. Mayor variabilidad genética significa mayor capacidad de adaptación, menor vulnerabilidad a las enfermedades y una mayor velocidad de recuperación de la especie.

Sin embargo, el intercambio genético se produce sobre todo gracias a los ejemplares jóvenes que se dispersan, recorren el territorio y cruzan hasta el sector oriental, mientras que las hembras rara vez se mueven. En el sector oriental, estas se han expandido, pero ampliando su distribución alrededor del núcleo original que sobrevivió en los montes palentinos de La Pernía y Cervera del Pisuerga.

Los expertos dicen que no se podrá hablar de una verdadera unión de ambos núcleos hasta que el corredor que los separa esté poblado por hembras reproductoras, por lo que Palomero destaca que hay que garantizar la conexión biológica entre ambas zonas (pasos subterráneos, completar plantaciones de bosquetes...). Otra tarea es combatir la mortalidad del oso que causan los venenos (usados en el sector oriental para matar al lobo) o los lazos y las trampas puestos para cazar jabalíes. “En la zona oriental, los enclaves naturales de la Red Natura 200 no tienen planes de gestión en León, Palencia y Cantabria”, agrega Palomero.



0 comentarios realizados :